Blogia
Master Hellcat

Pensamientos: El Palacio de Cristal y la Reina Blanca

De niño alguien me contó una leyenda que hablaba de la existencia, en un lugar remoto y desconocido, de un gran palacio de cristal. Crecí oyendo a todo el mundo hablar de ese palacio. Decían que sus torres facetadas se alzan hacia el cielo, como grandes espejos cónicos, buscando los rayos del sol, que salen despedidos en todas direcciones. Contaban que, por la noche, a la luz de la luna, el palacio parece hecho de plata. Que sus estancias de cristal no son frías, como podría pensarse, sino cálidas y acogedoras y que, una vez en su interior, nadie siente deseos de abandonarlo, pues la Reina Blanca, dueña y Señora del palacio, da cobijo en él a todo viajero que llegue hasta sus puertas, sin distinción de sexo, raza o credo.
“¿Una reina?” -pregunté. “Una hermosa dama vestida de blanco que se sienta en el Trono de Cristal” -me respondió. “¿Y está sola?”. “No. Unos ya la han encontrado. Y otros aún buscan el palacio para llegar hasta ella”. “¿Todo el mundo la busca?”. “Sí, todo el mundo”. “Pues yo no quiero buscarla. No la necesito”. “Ah, pequeño, pero algún día la necesitarás. Y partirás en su busca”. “Bueno…”-dije, sin estar muy convencido-“¿Y quién construyó el palacio?”. “Nosotros, los Hombres. Pero no con nuestras manos”. “Pero si ya hay alguien que lo ha encontrado, ¿por qué no cuenta a los demás dónde está el palacio?”. “Porque el Palacio de Cristal no siempre está en el mismo lugar. Depende de quién lo busque”. “No lo entiendo”. Sonrió. “No te preocupes. Ya lo entenderás”.
Durante años no hice mucho caso de la leyenda, aunque a mi alrededor la gente no dejaba de hablar de ella. Sin embargo, un día sentí una sensación de vacío en mi interior y, por más que intenté acallarla, no pude. Me sentí raro, pues era la primera vez que no podía silenciar mi voz interior. Por fin, tras mucho pensar, me di cuenta de lo que me pasaba: me sentía solo. Y entonces comprendí el significado de las respuestas que me habían sido dadas años atrás. Y también supe cuál era el único remedio para mi mal: la Reina Blanca. Debía partir en busca del Palacio de Cristal.
Inicié la búsqueda pertrechado tan solo con lo imprescindible para el viaje. Debía ir ligero de equipaje, pues desconocía dónde se hallaba el palacio y, por lo tanto, la duración de mi aventura. Caminé por verdes y fértiles valles. Crucé ríos anchos como mares. Subí montañas tan altas que las nubes eran su única compañía.
He conocido a mucha gente en mi búsqueda. “¿Hacia dónde te diriges, extranjero?”. “Voy en busca del Palacio de Cristal y de la Reina Blanca”. Tras escucharme, algunos me decían que estaba loco. Que iba en pos de una quimera. Que el palacio y la reina no existían y que no perdiera el tiempo buscando imposibles. Querían que me conformara con falsas reinas sentadas en tronos de barro. No les hice caso y continué mi camino. Sin embargo, aquéllos que ya habían encontrado el Palacio de Cristal y la Reina Blanca me animaban a continuar con mi búsqueda. “¿Cómo es ella?”. “Cualquier descripción se quedaría corta. Pero te diré que es realmente hermosa.”. Y yo reanudaba mi camino con renovadas fuerzas. De vez en cuando me encontraba con otros viajeros que, como yo, iban en busca del Palacio de Cristal. Intercambiábamos relatos de nuestras aventuras, anécdotas y esperanzas antes de que cada uno siguiera su camino, no sin antes desearnos suerte.
Debo decir que alguna vez creí alcanzada mi meta. Divisaba el palacio a lo lejos, majestuoso, refulgiendo al sol. Y yo sentía que mi búsqueda había llegado a su fin. Pero cuando me acercaba a él y lo tocaba, el cristal se volvía barro y el palacio se desmoronaba ante mis ojos convirtiéndose en polvo. El dolor era profundo, hasta tal punto que más de una vez consideré la opción de abandonar la búsqueda. Pero acababa sacando fuerzas de flaqueza y proseguía mi camino.
Aunque hace ya tiempo que recorro los caminos con la mirada siempre fija en el horizonte, esta es una historia que aún no tiene un final. Todavía no he encontrado el Palacio de Cristal ni la Reina Blanca sentada en su Trono. Pero sé que existen en algún lugar. Y no me rendiré. El viaje continúa…

Hellcat
Barcelona
13 de abril de 2004

9 comentarios

videos xxx -

muy buen relato la verdad te felicito sos un crack.

Hellcat -

Jeje, muchas gracias a ti por leerlo, Llum de lluna. Me alegro de que te haya gustado.

Llum De Lluna -

que bunik... :) gracias por hcernus pasar ratos tan agradables leyendo cosas cmo estas, eres un crack ;) besitus

Hellcat -

Muchas gracias por tu comentario, María.
Respondiendo a tu pregunta, no hice la web para comunicarme con compñeros de viaje, sino para expresar mi opinión y vivencias sobre el bdsm. Sin embargo, me es difícil resistirme a la tentación de escribir sobre otros temas. Como puedes ver he unido mi pasión por escribir con el tema bdsm y así es como han surgido los relatos que puedes leer en este blog. Este artículo en concreto... pues mira, me sentí inspirado al respecto y esto es lo que me salió, jeje. Aps, y gracias por leerlo ;).
Muchos besis

María -

Preciosa tu forma de expresarte, es la historía interminable, es la búsqueda interior, es la esencia de la vida. Distinta pero en cierto modo igual para todos. Una pregunta personal ¿para comunicarte con compañeros de viaje decidiste crear tu web?
Desear es el primer paso para conseguir, yo opino que otro mundo es posible, el del slogan y el individual, es cuestión de no desesperar y andar el camino.
Mucha suerte!!
Un besazo.María

Hellcat -

Gracias, cari ^_^

satin{Hc} -

Muy potito ^_^

Hellcat -

Gracias Mayte. Seguro que sí que la encontraré. Un besito.

Mayte -

Y yo estoy segura que acabarás encontrando esa reina blanca, esperándote, con un trono vacío a su derecho que mima y cuida para ti, y que acabarás ocupando eternamente...ya ves, cosas de brujas!!!Un beso galán