Relatos interactivos: Trata de blancas
MATERIAL RECOMENDADO
-Dos cuerdas, gomas para el pelo o similar para atar muñecas y tobillos.
-Un pañuelo o similar para amordazar.
-Un reloj para controlar tiempos.
-Cámara de fotos.
INTRODUCCIÓN
Eres una estudiante. Una mañana, mientras vas a la escuela, notas que una furgoneta te sigue. De pronto, oyes que el motor acelera. La furgoneta para a tu lado. Se abre una puerta lateral y unos brazos te agarran y te introducen en la furgoneta. Notas que alguien te tapa la nariz y la boca con un trapo. Al poco tus sentidos se nublan y pierdes el conocimiento.
EL RELATO
Cuando despiertas, poco a poco recuerdas lo sucedido. Estás tumbada en la cama, en una habitación que no conoces. Te levantas e intentas abrir la puerta, pero está cerrada con llave.
Mientras estás en ello, oyes el ruido de la cerradura. La puerta se abre. Aparece un hombre. Te amordaza y te ata las manos a la espalda. Te conduce por la casa hasta llegar al garaje adosado a la misma. Te introduce en la furgoneta y allí te echa sobre el suelo. Te ata los pies y te deja allí mientras él monta en la parte delantera y arranca.
Tras un trayecto de una hora, aproximadamente, la furgoneta se detiene. Oyes que la puerta del conductor se abre y se cierra. A continuación, ves que la puerta lateral se abre. El hombre te desata los pies y te ayuda a levantarte. Al salir de la furgoneta, ves que estás frente a una gran casa de campo.
El hombre llama al timbre. La puerta se abre y aparece otro hombre vestido elegantemente. Es el mayordomo.
-Traigo la mercancía.
El mayordomo te mira.
-Pase dice-. El señor le recibirá ahora mismo.
El hombre te empuja dentro de la casa. El mayordomo os hace de guía. Subís por unas escaleras, recorréis un pasillo y, al llegar a una puerta, el mayordomo llama por con los nudillos.
-Adelante dice una voz.
El mayordomo abre y entráis los tres. Es una habitación excepcionalmente amplia y llena de muebles. El hombre de la furgoneta te conduce hasta el dueño de la casa. Te quedas de pie, frente a él, con las manos atadas aún a la espalda. Es un hombre alto y bien formado. Es evidente que posee una gran fuerza física. Te mira con unos ojos profundos y llenos de expresión. Tú sólo puedes bajar la mirada ante ellos.
El hombre camina a tu alrededor, estudiándote. Cuando se encuentra detrás de ti los pasos se detienen. Oyes su voz.
-¿Cómo te llamas?
Respondes.
-¿Cuántos años tienes?
Respondes.
El sonido de los pasos se reanuda y el hombre vuelve a ponerse ante ti. Pero ahora se dirige a tu secuestrador.
-Todo es correcto. Puede retirarse. Mi mayordomo le pagará los honorarios estipulados.
Oyes que la puerta se cierra a tu espalda. Estás a solas con él. Te habla.
-Seguro que te estás haciendo muchas preguntas. Veamos si puedo responder a algunas. Sí, te han secuestrado. Yo he sido el que lo ha ordenado. Bueno, para ser exactos he contratado a una organización que se ha encargado de secuestrarte para mí. Mi nombre no es importante. Para ti soy el Amo, y así me llamarás siempre que debas dirigirte a mí -su mano se posa en tu barbilla para obligarte a alzar la cabeza y que tus ojos se encuentren con los suyos.- Y esos hombres te han secuestrado por una única razón: a partir de ahora serás mi esclava.
Cuando te suelta, vuelves a bajar la mirada. De nuevo, tu nuevo Amo camina hasta situarse detrás de ti. Sientes que las ligaduras ceden. Te ha desatado. Te frotas las manos para restablecer la circulación.
-Eres muy hermosa. Quiero verte. Quítate la ropa.
No puedes hacer nada por evitarlo. Si no obedeces sumisamente, intuyes que Él te hará obedecer por la fuerza. Te desnudas completamente, pero tapas tus pechos con un brazo y tu sexo con la otra mano.
Ves como tu Amo frunce el ceño.
-Descubre tu cuerpo. Pon tus manos a la espalda y separa las piernas.
Lentamente obedeces su orden y te muestras desnuda ante Él.
-Una esclava nunca debe cubrir su desnudez ante su Amo a menos que este así lo indique expresamente.
Tu Amo te observa durante un rato. Sientes cómo sus ojos se posan en tu pecho, acariciándolos con su mirada. Sus ojos descienden. Ahora miran tu sexo. ¿Qué estará pensando? Sin duda puedes esperar lo peor. Tu situación es desesperada. Estás sola, en una casa extraña, desnuda ante un desconocido. Nadie sabe dónde te encuentras y sabes que nadie va acudir en tu ayuda. Sólo queda un camino: obedecer.
-Es hora de comenzar tu adiestramiento, esclava. Arrodíllate.
Obedeces la orden y te arrodillas en el suelo con las piernas juntas.
-Esa no es forma de arrodillarse, esclava. Apoya las nalgas en los talones y separa las rodillas.
Obedeces la orden.
-Ahora apoya el dorso de las manos sobre las piernas. Mantén la espalda recta y los hombros hacia atrás, ofreciéndome tus pechos.
Haces lo que te ordena.
-Eso es dice, visiblemente satisfecho-. Es importante que una esclava esté siempre ofrecida a su Amo.
Él comienza a caminar a tu alrededor, lentamente. Oyes el sonido de sus pasos amortiguados por la alfombra.
-Ahora pon los brazos detrás de la cabeza.
Obedeces.
Tu Amo se detiene ante ti y observa tus pechos erguidos durante unos segundos. Sientes cómo se alzan y descienden al ritmo de la respiración. ¿Se habrá dado cuenta Él de esto? Te gustaría no tener que respirar para que no llamaran tanto su atención.
Tu Amo camina hasta un sillón y se sienta. Sigue observándote. ¿Cuándo se dará por satisfecho?
-Sé que tienes ganas de cubrirte. Pero no lo vas a hacer. ¿Sabes por qué?
Respondes con un No.
-Esa respuesta no es adecuada. No has de usar palabras sueltas para responder. Siempre que debas usar una única palabra para contestar, debes añadir Amo. ¿Entendido?
Respondes con un Sí, Amo.
-Bien, porque si me desobedeces serás castigada. Y aunque puedo adivinar que te gustaría saber cuál sería tu castigo, no te lo voy a decir. Lo descubrirás cuando me desobedezcas.
Respondes con un Sí, Amo.
Te asusta pensar en el castigo. Ahora estás en su poder y, mientras no puedas escapar de él, te conviene obedecerle. Si no, es muy posible que te haga daño.
Señalando un sofá situado enfrente de él te da una nueva orden.
-Siéntate en ese sofá.
Obedeces. Pero olvidas lo dicho anteriormente y lo haces con las rodillas juntas y pones los brazos a tu lado. Él frunce el ceño.
-No cambies nunca una postura si no te dicen expresamente lo contrario. Antes te he dicho que mantuvieras las rodillas separadas. Además, en ningún momento te he ordenado que quitaras los brazos de detrás de tu cabeza.
Te disculpas con un Lo siento, Amo. Separas las rodillas y vuelves a poner los brazos sobre tu cabeza.
-Así está mejor, esclava. Puedes bajar los brazos.
Obedeces.
-Ahora vas a masturbarte para mí, pero no deseo que llegues al orgasmo. Así que lo en el momento en que notes que llegas al límite, pararás, volverás a poner tus brazos detrás de la cabeza y esperarás instrucciones. Quiero que mientras te masturbas me mires a los ojos.
Obedeces su orden mientras notas sus ojos clavados en los tuyos. Cuando notas que vas a llegar al orgasmo, te detienes y adoptas la postura que te ha ordenado.
-Puedo notar que estás muy excitada, pero aún vas a tener que esperar un rato antes de poder correrte. Levántate y ponte ahí te señala una zona despejada de la habitación.
Obedeces.
-Tiéndeme tus manos.
Obedeces y adelantas tus manos hacia Él. De una bolsa que no habías visto antes, situada debajo del sillón donde estaba sentado, tu Amo saca unas muñequeras que te coloca. Mientras lo hace miras hacia arriba y ves que sobre tu cabeza pende una barra horizontal sujeta a una cadena que cuelga de una polea en el techo.
Cuando ha terminado, con las muñequeras, sujeta cada una de éstas a cada extremo de la barra, de forma que tus brazos quedan colgando de la misma, aunque flexionados.
Tu Amo camina hasta una manivela sujeta a la pared. Comienza a darle vueltas y la barra comienza a subir, tensando tus brazos. Tu cuerpo adopta la forma de una Y.
-Separa las piernas.
Obedeces. Ahora tu cuerpo adopta forma de X. Eres accesible desde cualquier punto. Te das cuenta de que podría hacer cualquier cosa contigo y no podrías impedirlo de ninguna forma.
-Voy a dejarte aquí durante una hora para que puedas reflexionar sobre tu nueva condición de esclava.
Oyes cómo la puerta de la sala se cierra y te quedas sola.
Transcurrido el tiempo, el sonido de la puerta abriéndose te indica que tu Amo ha vuelto. Sin embargo, tu sorpresa es mayúscula cuando ante ti aparece, no tu Amo, sino el mayordomo, con una cámara de fotos en la mano. Sin decir nada, comienza a hacerte fotos. Después, camina hasta la manivela que gobierna la polea. Accionándola, tus brazos se destensan. El mayordomo desengancha las muñequeras de la barra y te las quita. Te frotas las muñecas para reactivar la circulación.
A continuación se dirige a ti con aire muy digno.
-El Señor me ha pedido que le comunique su deseo de que se ponga a cuatro patas sobre el sofá, con las piernas separadas. Él vendrá dentro de una hora. Me ha pedido que no abandone la habitación hasta estar seguro de que adopta la postura correcta.
Obedeces la orden y adoptas la postura requerida.
Una hora más tarde vuelves a oír el sonido de la puerta. Sabes que tu Amo está allí, pero no te atreves a girar la cabeza para mirarlo.
Por los sonidos, crees averiguar que se ha sentado en el sillón de antes, por lo que puede ver tu cuerpo de perfil, la curvas de tus nalgas recortadas sobre el respaldo del sofá y la redondez de tus pechos.
-Unas fotos realmente preciosas, esclava. Las añadiré a mi archivo personal.
¿Archivo personal? Eso significa que no has sido la única chica que ha pasado por sus manos. Pero, si ha habido más, ¿dónde están ahora?
-Cambiando de tema, creo que ya va siendo hora de permitirte llegar al orgasmo. Así que en la posición en la que estás ahora, te masturbarás hasta correrte. No me importaría hacerlo yo mismo, pero ya tendremos tiempo para ello y para más cosas.
Obedeces su orden y te masturbas con una mano, manteniendo la posición hasta llegar al orgasmo.
Después, continúas en la misma postura durante unos segundos, hasta que Él te da la siguiente orden.
-Arrodíllate.
Conocedora ya de qué postura debes adoptar al arrodillarte, cumples la orden.
-Dime, esclava. ¿Te ha gustado correrte?
Respondes con un Sí, Amo.
-Entonces dame las gracias.
Tu instinto te dice que no le bastará con un simple Gracias. Respondes con un Gracias, Amo, por el placer que me ha proporcionado .
Hellcat
Barcelona
9 de septiembre de 2004
-Dos cuerdas, gomas para el pelo o similar para atar muñecas y tobillos.
-Un pañuelo o similar para amordazar.
-Un reloj para controlar tiempos.
-Cámara de fotos.
INTRODUCCIÓN
Eres una estudiante. Una mañana, mientras vas a la escuela, notas que una furgoneta te sigue. De pronto, oyes que el motor acelera. La furgoneta para a tu lado. Se abre una puerta lateral y unos brazos te agarran y te introducen en la furgoneta. Notas que alguien te tapa la nariz y la boca con un trapo. Al poco tus sentidos se nublan y pierdes el conocimiento.
EL RELATO
Cuando despiertas, poco a poco recuerdas lo sucedido. Estás tumbada en la cama, en una habitación que no conoces. Te levantas e intentas abrir la puerta, pero está cerrada con llave.
Mientras estás en ello, oyes el ruido de la cerradura. La puerta se abre. Aparece un hombre. Te amordaza y te ata las manos a la espalda. Te conduce por la casa hasta llegar al garaje adosado a la misma. Te introduce en la furgoneta y allí te echa sobre el suelo. Te ata los pies y te deja allí mientras él monta en la parte delantera y arranca.
Tras un trayecto de una hora, aproximadamente, la furgoneta se detiene. Oyes que la puerta del conductor se abre y se cierra. A continuación, ves que la puerta lateral se abre. El hombre te desata los pies y te ayuda a levantarte. Al salir de la furgoneta, ves que estás frente a una gran casa de campo.
El hombre llama al timbre. La puerta se abre y aparece otro hombre vestido elegantemente. Es el mayordomo.
-Traigo la mercancía.
El mayordomo te mira.
-Pase dice-. El señor le recibirá ahora mismo.
El hombre te empuja dentro de la casa. El mayordomo os hace de guía. Subís por unas escaleras, recorréis un pasillo y, al llegar a una puerta, el mayordomo llama por con los nudillos.
-Adelante dice una voz.
El mayordomo abre y entráis los tres. Es una habitación excepcionalmente amplia y llena de muebles. El hombre de la furgoneta te conduce hasta el dueño de la casa. Te quedas de pie, frente a él, con las manos atadas aún a la espalda. Es un hombre alto y bien formado. Es evidente que posee una gran fuerza física. Te mira con unos ojos profundos y llenos de expresión. Tú sólo puedes bajar la mirada ante ellos.
El hombre camina a tu alrededor, estudiándote. Cuando se encuentra detrás de ti los pasos se detienen. Oyes su voz.
-¿Cómo te llamas?
Respondes.
-¿Cuántos años tienes?
Respondes.
El sonido de los pasos se reanuda y el hombre vuelve a ponerse ante ti. Pero ahora se dirige a tu secuestrador.
-Todo es correcto. Puede retirarse. Mi mayordomo le pagará los honorarios estipulados.
Oyes que la puerta se cierra a tu espalda. Estás a solas con él. Te habla.
-Seguro que te estás haciendo muchas preguntas. Veamos si puedo responder a algunas. Sí, te han secuestrado. Yo he sido el que lo ha ordenado. Bueno, para ser exactos he contratado a una organización que se ha encargado de secuestrarte para mí. Mi nombre no es importante. Para ti soy el Amo, y así me llamarás siempre que debas dirigirte a mí -su mano se posa en tu barbilla para obligarte a alzar la cabeza y que tus ojos se encuentren con los suyos.- Y esos hombres te han secuestrado por una única razón: a partir de ahora serás mi esclava.
Cuando te suelta, vuelves a bajar la mirada. De nuevo, tu nuevo Amo camina hasta situarse detrás de ti. Sientes que las ligaduras ceden. Te ha desatado. Te frotas las manos para restablecer la circulación.
-Eres muy hermosa. Quiero verte. Quítate la ropa.
No puedes hacer nada por evitarlo. Si no obedeces sumisamente, intuyes que Él te hará obedecer por la fuerza. Te desnudas completamente, pero tapas tus pechos con un brazo y tu sexo con la otra mano.
Ves como tu Amo frunce el ceño.
-Descubre tu cuerpo. Pon tus manos a la espalda y separa las piernas.
Lentamente obedeces su orden y te muestras desnuda ante Él.
-Una esclava nunca debe cubrir su desnudez ante su Amo a menos que este así lo indique expresamente.
Tu Amo te observa durante un rato. Sientes cómo sus ojos se posan en tu pecho, acariciándolos con su mirada. Sus ojos descienden. Ahora miran tu sexo. ¿Qué estará pensando? Sin duda puedes esperar lo peor. Tu situación es desesperada. Estás sola, en una casa extraña, desnuda ante un desconocido. Nadie sabe dónde te encuentras y sabes que nadie va acudir en tu ayuda. Sólo queda un camino: obedecer.
-Es hora de comenzar tu adiestramiento, esclava. Arrodíllate.
Obedeces la orden y te arrodillas en el suelo con las piernas juntas.
-Esa no es forma de arrodillarse, esclava. Apoya las nalgas en los talones y separa las rodillas.
Obedeces la orden.
-Ahora apoya el dorso de las manos sobre las piernas. Mantén la espalda recta y los hombros hacia atrás, ofreciéndome tus pechos.
Haces lo que te ordena.
-Eso es dice, visiblemente satisfecho-. Es importante que una esclava esté siempre ofrecida a su Amo.
Él comienza a caminar a tu alrededor, lentamente. Oyes el sonido de sus pasos amortiguados por la alfombra.
-Ahora pon los brazos detrás de la cabeza.
Obedeces.
Tu Amo se detiene ante ti y observa tus pechos erguidos durante unos segundos. Sientes cómo se alzan y descienden al ritmo de la respiración. ¿Se habrá dado cuenta Él de esto? Te gustaría no tener que respirar para que no llamaran tanto su atención.
Tu Amo camina hasta un sillón y se sienta. Sigue observándote. ¿Cuándo se dará por satisfecho?
-Sé que tienes ganas de cubrirte. Pero no lo vas a hacer. ¿Sabes por qué?
Respondes con un No.
-Esa respuesta no es adecuada. No has de usar palabras sueltas para responder. Siempre que debas usar una única palabra para contestar, debes añadir Amo. ¿Entendido?
Respondes con un Sí, Amo.
-Bien, porque si me desobedeces serás castigada. Y aunque puedo adivinar que te gustaría saber cuál sería tu castigo, no te lo voy a decir. Lo descubrirás cuando me desobedezcas.
Respondes con un Sí, Amo.
Te asusta pensar en el castigo. Ahora estás en su poder y, mientras no puedas escapar de él, te conviene obedecerle. Si no, es muy posible que te haga daño.
Señalando un sofá situado enfrente de él te da una nueva orden.
-Siéntate en ese sofá.
Obedeces. Pero olvidas lo dicho anteriormente y lo haces con las rodillas juntas y pones los brazos a tu lado. Él frunce el ceño.
-No cambies nunca una postura si no te dicen expresamente lo contrario. Antes te he dicho que mantuvieras las rodillas separadas. Además, en ningún momento te he ordenado que quitaras los brazos de detrás de tu cabeza.
Te disculpas con un Lo siento, Amo. Separas las rodillas y vuelves a poner los brazos sobre tu cabeza.
-Así está mejor, esclava. Puedes bajar los brazos.
Obedeces.
-Ahora vas a masturbarte para mí, pero no deseo que llegues al orgasmo. Así que lo en el momento en que notes que llegas al límite, pararás, volverás a poner tus brazos detrás de la cabeza y esperarás instrucciones. Quiero que mientras te masturbas me mires a los ojos.
Obedeces su orden mientras notas sus ojos clavados en los tuyos. Cuando notas que vas a llegar al orgasmo, te detienes y adoptas la postura que te ha ordenado.
-Puedo notar que estás muy excitada, pero aún vas a tener que esperar un rato antes de poder correrte. Levántate y ponte ahí te señala una zona despejada de la habitación.
Obedeces.
-Tiéndeme tus manos.
Obedeces y adelantas tus manos hacia Él. De una bolsa que no habías visto antes, situada debajo del sillón donde estaba sentado, tu Amo saca unas muñequeras que te coloca. Mientras lo hace miras hacia arriba y ves que sobre tu cabeza pende una barra horizontal sujeta a una cadena que cuelga de una polea en el techo.
Cuando ha terminado, con las muñequeras, sujeta cada una de éstas a cada extremo de la barra, de forma que tus brazos quedan colgando de la misma, aunque flexionados.
Tu Amo camina hasta una manivela sujeta a la pared. Comienza a darle vueltas y la barra comienza a subir, tensando tus brazos. Tu cuerpo adopta la forma de una Y.
-Separa las piernas.
Obedeces. Ahora tu cuerpo adopta forma de X. Eres accesible desde cualquier punto. Te das cuenta de que podría hacer cualquier cosa contigo y no podrías impedirlo de ninguna forma.
-Voy a dejarte aquí durante una hora para que puedas reflexionar sobre tu nueva condición de esclava.
Oyes cómo la puerta de la sala se cierra y te quedas sola.
Transcurrido el tiempo, el sonido de la puerta abriéndose te indica que tu Amo ha vuelto. Sin embargo, tu sorpresa es mayúscula cuando ante ti aparece, no tu Amo, sino el mayordomo, con una cámara de fotos en la mano. Sin decir nada, comienza a hacerte fotos. Después, camina hasta la manivela que gobierna la polea. Accionándola, tus brazos se destensan. El mayordomo desengancha las muñequeras de la barra y te las quita. Te frotas las muñecas para reactivar la circulación.
A continuación se dirige a ti con aire muy digno.
-El Señor me ha pedido que le comunique su deseo de que se ponga a cuatro patas sobre el sofá, con las piernas separadas. Él vendrá dentro de una hora. Me ha pedido que no abandone la habitación hasta estar seguro de que adopta la postura correcta.
Obedeces la orden y adoptas la postura requerida.
Una hora más tarde vuelves a oír el sonido de la puerta. Sabes que tu Amo está allí, pero no te atreves a girar la cabeza para mirarlo.
Por los sonidos, crees averiguar que se ha sentado en el sillón de antes, por lo que puede ver tu cuerpo de perfil, la curvas de tus nalgas recortadas sobre el respaldo del sofá y la redondez de tus pechos.
-Unas fotos realmente preciosas, esclava. Las añadiré a mi archivo personal.
¿Archivo personal? Eso significa que no has sido la única chica que ha pasado por sus manos. Pero, si ha habido más, ¿dónde están ahora?
-Cambiando de tema, creo que ya va siendo hora de permitirte llegar al orgasmo. Así que en la posición en la que estás ahora, te masturbarás hasta correrte. No me importaría hacerlo yo mismo, pero ya tendremos tiempo para ello y para más cosas.
Obedeces su orden y te masturbas con una mano, manteniendo la posición hasta llegar al orgasmo.
Después, continúas en la misma postura durante unos segundos, hasta que Él te da la siguiente orden.
-Arrodíllate.
Conocedora ya de qué postura debes adoptar al arrodillarte, cumples la orden.
-Dime, esclava. ¿Te ha gustado correrte?
Respondes con un Sí, Amo.
-Entonces dame las gracias.
Tu instinto te dice que no le bastará con un simple Gracias. Respondes con un Gracias, Amo, por el placer que me ha proporcionado .
Hellcat
Barcelona
9 de septiembre de 2004
31 comentarios
Hellcat -
Muchas gracias por leer nuestro blog y por tu palabras. Escribà este relato a modo de experimento. No descarto hacer más si dispongo de tiempo, aunque lo colgarÃa en el nuevo blog masterhellcat.wordpress.com.
Si tienes tiempo y te animas, puedes escribirme sobre tu experiencia con este relato a hellcat74@mixmail.com. AsÃ, además de saber cómo lo pasaste, podrás contarme dónde viste mayor dificultad o qué fue lo que más sencillo, etc.
Saludos ^^
luz -
Un beso
sad dolly -
cuenta conmigo para ello
besitos
Anónimo -
Hellcat -
linda -
Cris -
arcangel69 -
Hellcat -
La verdad es que después de leer tu mail me he leído de nuevo tanto el relato como las instrucciones para llevar a cabo los relatos interactivos. He visto varios fallos a nivel gramatical. También me gustaría profundizar un poco en los sentimientos de la protagonista para ayudar y guiar a las lectoras del relato a escenificarlo y hacer que se sumerjan más en el papel.
De todos modos no especificas si tan sólo te has limitado a leer el relato o también lo has escenificado. Estaría muy bien que explicaras cómo te fue, qué dificualtades encontraste, qué partes te gustaron más y por qué, etc. Eso me ayudaría a modificar este relato y a hacer otros nuevos cuando tenga tiempo.
Besos ;)
sumisa_aprendiz -
Besos.
Hellcat -
Este relato es una ficción y quien confunde ficción y realidad, tiene un grave problema...
Corrector -
Hellcat -
Besitos
Brujita666 -
Hellcat -
Saludos
siervo[Ama_Nadia} -
Hellcat -
Marina -
Rachel B. -
Besos
Hellcat -
La verdad es que sí que tengo idea de escribir más relatos de este tipo, ya sean nuevos o continuaciones de este.
Lo que pasa es que tengo pendiente el acabar otro relato, el de los vampiros, y la verdad es que ahora debido a circunstancias me es algo mñás difícil escribir. Pero bueno, tengo la intención de acabar el relato de "Yo, vampiro" y luego seguramente sí haré alguno más interactivo.
Rachel B. -
Besos
Hellcat -
Besos
Rachel B. -
Besos
Hellcat -
Hellcat -
luaDark -
saludos
Bruixeta -
Hellcat -
Un saludo
morFEO -
Hellcat -
Llu.. jurjur -