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Master Hellcat

Relatos interactivos

Relatos interactivos: Introducción e Instrucciones

INTRODUCCIÓN

Un relato interactivo es, básicamente, un relato escrito con la idea de que la sumisa, al leerlo, pueda ir realizando las acciones que en él se relatan. Algo así como una obra de teatro cuyo guión se ha escrito en forma novelada.
El autor comprende que al estar sola, la sumisa tendrá ciertas limitaciones a la hora de seguir las indicaciones del relato. Sin embargo, se confía en su imaginación para suplir esta carencia. La sumisa podrá llegar tan lejos como le permita su imaginación o sus circunstancias personales.
Este tipo de relatos está especialmente dirigido a sumisas sin Amo o que aún tengan dudas sobre su posible entrada en el mundo BDSM y quieran probarlo sin intervención de otras personas. También puede servir de actividad que un Amo ordene realizar a su sumisa.

INSTRUCCIONES

La sumisa leerá el relato e irá realizando las acciones que se relatan, simulando ser la protagonista de la historia.
Si fuera necesario algún tipo de material para facilitar la implementación del relato, habrá un apartado en el que se enumere ese material. Queda entendido que el autor siempre tendrá en cuenta que las circunstancias de las sumisas que pueden leer el relato pueden ser diferentes. Por lo tanto, el relato será escrito de forma que el material enumerado no sea absolutamente imprescindible, aunque en algunos casos pueda ser recomendable su uso para una adecuada interpretación del papel de la sumisa.
Las historias pueden ir precedidas de una introducción cuyo objetivo es poner a la sumisa en antecedentes de lo que va a leer en el relato. No es necesario que la sumisa interprete lo que pone en la introducción. Sin embargo, si encuentra algún elemento que sea de su agrado, no hay ningún problema si también desea representarlo.
A continuación se describen varios ejemplos. Las citas entrecomilladas serían parte del texto del relato y, al lado, se explica qué se espera que haga la sumisa y algunas ideas y consejos al respecto.

--"Te levantas de la silla"/"Te arrodillas delante de él"--> En estos casos bastará con que la sumisa realice la acción indicada.

--"Te ata las manos a la espalda"--> En este caso la sumisa puede hacer dos cosas. Puede poner las manos a la espalda imaginando que han sido atadas o, si dispone de un trozo de cuerda, goma para el pelo o similar, ponérselo alrededor de las muñecas para simular que ha sido atada.

--"Te dejan atada de esta forma una hora"--> Escala temporal 60:1. Por cada 60 minutos que el relato diga que la sumisa pasa en una determinada posición o haciendo una determinada cosa, bastará con que pase un minuto. Es conveniente que la sumisa disponga de un reloj en un lugar adecuado para que pueda ir controlando los tiempos.

--"Te observa durante unos instantes"--> En caso de que los tiempos no sean estipulado de manera concisa, será la sumisa la que decida el tiempo que desea permanecer llevando a cabo la acción.

--"El desconocido te posee"--> En este caso, en que no se especifica demasiado, la sumisa también tiene dos opciones. Puede optar por masturbarse con la mano sin penetrarse o hacerlo penetrándose con dedos u objetos. Si se especificara la forma, entonces la sumisa deberá seguir las instrucciones dadas.

--"-¿Cómo te llamas?"/"Te pregunta tu nombre"--> Siempre que algún personaje se dirija a la sumisa, conviene que ésta conteste en voz alta (dependiendo de las circunstancias) de forma que pueda vivir el papel que está representando de forma más realista.

--"-Arrodíllate"--> Siempre que un personaje dé una orden a la sumisa, esta deberá obedecerla. Para indicar esto, tras la orden dada, podrá leerse una frase del tipo "Obedeces", "Obedeces la orden", "Haces lo que te ordena", "Respondes" o similar.

--"Túmbate sobre el diván"--> La sumisa puede sustituir el diván por un sillón, un sofá, una cama, etc.

--"Te hace fotos"--> El autor entiende que no es posible que la sumisa se haga fotos así misma mientras mantiene una determinada postura. Por lo tanto, hay dos posibles soluciones. Una es que la sumisa se ponga delante de un espejo y haga fotos de su imagen reflejada en el mismo. La otra es que apunte el objetivo de la cámara directamente hacia ella. en ambos casos se permitiría que la sumisa abandone la postura ordenada mientras realiza esta tarea, debiendo adoptarla de nuevo cuando termine de hacerse las fotos.

--"Acercas tus labios a su miembro y comienzas a lamerlo"--> En este caso sería necesario que la sumisa dispusiera de algún objeto que simulara el miembro masculino. Por ejemplo, una vela o un vibrador. Aunque también puede lamer sus propios dedos para simularlo.

--"Te tumbas en la cama con los brazos en forma de X"--> Es conveniente que la sumisa imprima el relato para poder ir leyéndolo mientras realiza lo que en él se indica. Sin embargo, en algunas posiciones será difícil mantener la lectura del mismo. En este ejemplo, la sumisa puede sujetar el relato con la mano mientras gira la cabeza para poder leerlo. Otra solución es dejar una única mano en forma de X mientras la otra sujeta los papeles para poder seguir el relato. En caso de mantener las manos a la espalda, la sumisa puede situarse ante una mesa o silla donde deje los papeles para que pueda leerlos.

--"Él te acaricia los pechos"--> Cuando se hable de caricias, lógicamente, deberá ser la sumisa la que se acaricie a sí misma.

--"El hombre te deja tendida en el suelo"--> Para representar esto, la sumisa puede tenderse realmente en el suelo, pero si prevé que la incomodidad será excesiva, también puede hacerlo sobre la cama.

En términos generales, la sumisa deberá mantener la última postura ordenada hasta que se le ordene explícitamente en le texto que la deje o se le ordene una nueva.
Como puede verse, es imprescindible usar grandes dosis de imaginación para leer estos relatos. Pero cada vez que lo lea, la sumisa podrá ir añadiendo nuevos elementos que no pudo añadir en otras lecturas.

Agradeceré que aquellas sumisas que prueben el relato dejen sus comentarios en el blog o en mi dirección de correo explicando qué partes fueron más difíciles de representar, qué partes fueron más fáciles, si representaron alguna parte de alguna forma especial gracias a alguna idea que se les ocurrió, qué parte les resultó más excitante, etc. Se agradecerá material gráfico (que nooooooooo, que es brooooooma :P). Cuanta más información obtenga sobre cualquier cosa que se os ocurra, mayores posibilidades tendré de mejorar los próximos relatos y hacerlos más atractivos para la sumisa que los represente.

Hellcat
Barcelona
9 de septiembre de 2004

Relatos interactivos: Trata de blancas

MATERIAL RECOMENDADO

-Dos cuerdas, gomas para el pelo o similar para atar muñecas y tobillos.
-Un pañuelo o similar para amordazar.
-Un reloj para controlar tiempos.
-Cámara de fotos.

INTRODUCCIÓN

Eres una estudiante. Una mañana, mientras vas a la escuela, notas que una furgoneta te sigue. De pronto, oyes que el motor acelera. La furgoneta para a tu lado. Se abre una puerta lateral y unos brazos te agarran y te introducen en la furgoneta. Notas que alguien te tapa la nariz y la boca con un trapo. Al poco tus sentidos se nublan y pierdes el conocimiento.

EL RELATO

Cuando despiertas, poco a poco recuerdas lo sucedido. Estás tumbada en la cama, en una habitación que no conoces. Te levantas e intentas abrir la puerta, pero está cerrada con llave.
Mientras estás en ello, oyes el ruido de la cerradura. La puerta se abre. Aparece un hombre. Te amordaza y te ata las manos a la espalda. Te conduce por la casa hasta llegar al garaje adosado a la misma. Te introduce en la furgoneta y allí te echa sobre el suelo. Te ata los pies y te deja allí mientras él monta en la parte delantera y arranca.
Tras un trayecto de una hora, aproximadamente, la furgoneta se detiene. Oyes que la puerta del conductor se abre y se cierra. A continuación, ves que la puerta lateral se abre. El hombre te desata los pies y te ayuda a levantarte. Al salir de la furgoneta, ves que estás frente a una gran casa de campo.
El hombre llama al timbre. La puerta se abre y aparece otro hombre vestido elegantemente. Es el mayordomo.
-Traigo la mercancía.
El mayordomo te mira.
-Pase –dice-. El señor le recibirá ahora mismo.
El hombre te empuja dentro de la casa. El mayordomo os hace de guía. Subís por unas escaleras, recorréis un pasillo y, al llegar a una puerta, el mayordomo llama por con los nudillos.
-Adelante –dice una voz.
El mayordomo abre y entráis los tres. Es una habitación excepcionalmente amplia y llena de muebles. El hombre de la furgoneta te conduce hasta el dueño de la casa. Te quedas de pie, frente a él, con las manos atadas aún a la espalda. Es un hombre alto y bien formado. Es evidente que posee una gran fuerza física. Te mira con unos ojos profundos y llenos de expresión. Tú sólo puedes bajar la mirada ante ellos.
El hombre camina a tu alrededor, estudiándote. Cuando se encuentra detrás de ti los pasos se detienen. Oyes su voz.
-¿Cómo te llamas?
Respondes.
-¿Cuántos años tienes?
Respondes.
El sonido de los pasos se reanuda y el hombre vuelve a ponerse ante ti. Pero ahora se dirige a tu secuestrador.
-Todo es correcto. Puede retirarse. Mi mayordomo le pagará los honorarios estipulados.
Oyes que la puerta se cierra a tu espalda. Estás a solas con él. Te habla.
-Seguro que te estás haciendo muchas preguntas. Veamos si puedo responder a algunas. Sí, te han secuestrado. Yo he sido el que lo ha ordenado. Bueno, para ser exactos he contratado a una organización que se ha encargado de secuestrarte para mí. Mi nombre no es importante. Para ti soy el Amo, y así me llamarás siempre que debas dirigirte a mí -su mano se posa en tu barbilla para obligarte a alzar la cabeza y que tus ojos se encuentren con los suyos.- Y esos hombres te han secuestrado por una única razón: a partir de ahora serás mi esclava.
Cuando te suelta, vuelves a bajar la mirada. De nuevo, tu nuevo Amo camina hasta situarse detrás de ti. Sientes que las ligaduras ceden. Te ha desatado. Te frotas las manos para restablecer la circulación.
-Eres muy hermosa. Quiero verte. Quítate la ropa.
No puedes hacer nada por evitarlo. Si no obedeces sumisamente, intuyes que Él te hará obedecer por la fuerza. Te desnudas completamente, pero tapas tus pechos con un brazo y tu sexo con la otra mano.
Ves como tu Amo frunce el ceño.
-Descubre tu cuerpo. Pon tus manos a la espalda y separa las piernas.
Lentamente obedeces su orden y te muestras desnuda ante Él.
-Una esclava nunca debe cubrir su desnudez ante su Amo a menos que este así lo indique expresamente.
Tu Amo te observa durante un rato. Sientes cómo sus ojos se posan en tu pecho, acariciándolos con su mirada. Sus ojos descienden. Ahora miran tu sexo. ¿Qué estará pensando? Sin duda puedes esperar lo peor. Tu situación es desesperada. Estás sola, en una casa extraña, desnuda ante un desconocido. Nadie sabe dónde te encuentras y sabes que nadie va acudir en tu ayuda. Sólo queda un camino: obedecer.
-Es hora de comenzar tu adiestramiento, esclava. Arrodíllate.
Obedeces la orden y te arrodillas en el suelo con las piernas juntas.
-Esa no es forma de arrodillarse, esclava. Apoya las nalgas en los talones y separa las rodillas.
Obedeces la orden.
-Ahora apoya el dorso de las manos sobre las piernas. Mantén la espalda recta y los hombros hacia atrás, ofreciéndome tus pechos.
Haces lo que te ordena.
-Eso es –dice, visiblemente satisfecho-. Es importante que una esclava esté siempre ofrecida a su Amo.
Él comienza a caminar a tu alrededor, lentamente. Oyes el sonido de sus pasos amortiguados por la alfombra.
-Ahora pon los brazos detrás de la cabeza.
Obedeces.
Tu Amo se detiene ante ti y observa tus pechos erguidos durante unos segundos. Sientes cómo se alzan y descienden al ritmo de la respiración. ¿Se habrá dado cuenta Él de esto? Te gustaría no tener que respirar para que no llamaran tanto su atención.
Tu Amo camina hasta un sillón y se sienta. Sigue observándote. ¿Cuándo se dará por satisfecho?
-Sé que tienes ganas de cubrirte. Pero no lo vas a hacer. ¿Sabes por qué?
Respondes con un “No”.
-Esa respuesta no es adecuada. No has de usar palabras sueltas para responder. Siempre que debas usar una única palabra para contestar, debes añadir “Amo”. ¿Entendido?
Respondes con un “Sí, Amo”.
-Bien, porque si me desobedeces serás castigada. Y aunque puedo adivinar que te gustaría saber cuál sería tu castigo, no te lo voy a decir. Lo descubrirás cuando me desobedezcas.
Respondes con un “Sí, Amo”.
Te asusta pensar en el castigo. Ahora estás en su poder y, mientras no puedas escapar de él, te conviene obedecerle. Si no, es muy posible que te haga daño.
Señalando un sofá situado enfrente de él te da una nueva orden.
-Siéntate en ese sofá.
Obedeces. Pero olvidas lo dicho anteriormente y lo haces con las rodillas juntas y pones los brazos a tu lado. Él frunce el ceño.
-No cambies nunca una postura si no te dicen expresamente lo contrario. Antes te he dicho que mantuvieras las rodillas separadas. Además, en ningún momento te he ordenado que quitaras los brazos de detrás de tu cabeza.
Te disculpas con un “Lo siento, Amo”. Separas las rodillas y vuelves a poner los brazos sobre tu cabeza.
-Así está mejor, esclava. Puedes bajar los brazos.
Obedeces.
-Ahora vas a masturbarte para mí, pero no deseo que llegues al orgasmo. Así que lo en el momento en que notes que llegas al límite, pararás, volverás a poner tus brazos detrás de la cabeza y esperarás instrucciones. Quiero que mientras te masturbas me mires a los ojos.
Obedeces su orden mientras notas sus ojos clavados en los tuyos. Cuando notas que vas a llegar al orgasmo, te detienes y adoptas la postura que te ha ordenado.
-Puedo notar que estás muy excitada, pero aún vas a tener que esperar un rato antes de poder correrte. Levántate y ponte ahí –te señala una zona despejada de la habitación.
Obedeces.
-Tiéndeme tus manos.
Obedeces y adelantas tus manos hacia Él. De una bolsa que no habías visto antes, situada debajo del sillón donde estaba sentado, tu Amo saca unas muñequeras que te coloca. Mientras lo hace miras hacia arriba y ves que sobre tu cabeza pende una barra horizontal sujeta a una cadena que cuelga de una polea en el techo.
Cuando ha terminado, con las muñequeras, sujeta cada una de éstas a cada extremo de la barra, de forma que tus brazos quedan colgando de la misma, aunque flexionados.
Tu Amo camina hasta una manivela sujeta a la pared. Comienza a darle vueltas y la barra comienza a subir, tensando tus brazos. Tu cuerpo adopta la forma de una Y.
-Separa las piernas.
Obedeces. Ahora tu cuerpo adopta forma de X. Eres accesible desde cualquier punto. Te das cuenta de que podría hacer cualquier cosa contigo y no podrías impedirlo de ninguna forma.
-Voy a dejarte aquí durante una hora para que puedas reflexionar sobre tu nueva condición de esclava.
Oyes cómo la puerta de la sala se cierra y te quedas sola.
Transcurrido el tiempo, el sonido de la puerta abriéndose te indica que tu Amo ha vuelto. Sin embargo, tu sorpresa es mayúscula cuando ante ti aparece, no tu Amo, sino el mayordomo, con una cámara de fotos en la mano. Sin decir nada, comienza a hacerte fotos. Después, camina hasta la manivela que gobierna la polea. Accionándola, tus brazos se destensan. El mayordomo desengancha las muñequeras de la barra y te las quita. Te frotas las muñecas para reactivar la circulación.
A continuación se dirige a ti con aire muy digno.
-El Señor me ha pedido que le comunique su deseo de que se ponga a cuatro patas sobre el sofá, con las piernas separadas. Él vendrá dentro de una hora. Me ha pedido que no abandone la habitación hasta estar seguro de que adopta la postura correcta.
Obedeces la orden y adoptas la postura requerida.
Una hora más tarde vuelves a oír el sonido de la puerta. Sabes que tu Amo está allí, pero no te atreves a girar la cabeza para mirarlo.
Por los sonidos, crees averiguar que se ha sentado en el sillón de antes, por lo que puede ver tu cuerpo de perfil, la curvas de tus nalgas recortadas sobre el respaldo del sofá y la redondez de tus pechos.
-Unas fotos realmente preciosas, esclava. Las añadiré a mi archivo personal.
¿Archivo personal? Eso significa que no has sido la única chica que ha pasado por sus manos. Pero, si ha habido más, ¿dónde están ahora?
-Cambiando de tema, creo que ya va siendo hora de permitirte llegar al orgasmo. Así que en la posición en la que estás ahora, te masturbarás hasta correrte. No me importaría hacerlo yo mismo, pero ya tendremos tiempo para ello… y para más cosas.
Obedeces su orden y te masturbas con una mano, manteniendo la posición hasta llegar al orgasmo.
Después, continúas en la misma postura durante unos segundos, hasta que Él te da la siguiente orden.
-Arrodíllate.
Conocedora ya de qué postura debes adoptar al arrodillarte, cumples la orden.
-Dime, esclava. ¿Te ha gustado correrte?
Respondes con un “Sí, Amo”.
-Entonces dame las gracias.
Tu instinto te dice que no le bastará con un simple “Gracias”. Respondes con un “Gracias, Amo, por el placer que me ha proporcionado ”.

Hellcat
Barcelona
9 de septiembre de 2004