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Master Hellcat

Cuidado con lo que deseas... podría convertirse en realidad :p

No es la primera vez que le pasa. Después de correrse se queda en la cama, desmadejada, incapaz de moverse ni de articular palabra alguna. Pero, aún caliente, desea que la posea de nuevo. Y es precisamente esa calentura la que la traiciona.

- Soy suya. Haga comigo lo que quiera.

Normalmente paso por alto estos comentarios, sabedor de que es su excitación la que habla por ella. Pero hoy tenía ganas de ser malo.

- ¿De verdad? ¿Lo que yo quiera?

Dándose cuenta en ese momento de las implicaciones que podía tener esta conversación, ella calla.

- Ya sabía yo que no lo decías en serio -la pico, sabiendo que esta frase hará efecto en ella.

- Sí, sí, pídame lo que quiera y lo haré -vuelve a decir, susurrando, pues sigue sin poder hablar.

Continuamos un rato más con este juego de voluntades. Ella insistiendo en que hará lo que yo diga, a sabiendas de que le voy a pedir algo que no le va a gustar o que le dará mucha vergüenza. Y yo insistiendo con mis "¿Lo que yo quiera sea lo que sea?", para provocar su arrepentiemiento.

Finalmente le digo lo que quiero de ella: que se arrodille sobre la cama, desnuda como está, y se masturbe para mí, mientras yo la miro. Si lo prefiere, puede ayudarse con el Magic Wand.

Se confirman sus peores temores. Le acabo de pedir una de las cosas que más vergüenza y humillación le provocan. A otras sumisas no les importa verse en esta situación. Pero a ella le horroriza la idea. Yo lo sé, y por eso se lo he pedido.

Elige la opción de emplear el Magic Wand y, naturalmente, es ella la que debe ir a buscarlo, lo que añade más vergúenza a su situación.

De vuelta en la habitación, adopta la postura adecuada y comienza a masturbarse con la mano. Puedo ver en su cara el placer mezclado con la vergúenza y la humillación. Sé que esta es una de las situaciones que más contribuye a hacerla sentir como una puta.

Ahora usa el Magic Wand. Yo tengo clavada mi mirada en su cara, aunque de vez en cuando recorro su cuerpo de forma ostensible, para asegurarme que ella se percata de ello.

Desea besarme. Así me lo dice, con voz entrecortada por el placer.

- Cuando te corras -contesto.

Pero no puede correrse. Demasiada vergüenza, demasiada tensión. No puede relajarse en esa situación y eso le impide llegar. Los minutos pasan y ella gime, grita y se retuerce, pero el orgasmo no llega.

Aprovecho para hurgar en la herida, diciendo que es una puta y que quizá tendría que cobrar entrada para que otros la vieran así, como la estoy viendo yo ahora. Las palabras surten efecto. Lo puedo ver en su cara.

- Por favor, Amo, un beso -insiste.

- Cuando te corras. Eso sí, después de ello, quizá te ponga a cuatro patas y te folle de nuevo.

Finalmente llega al orgasmo. Grita, se estremece de placer y se derrumba sobre la cama. Cumpliendo con lo prometido, la beso.

- Ponte a cuatro patas.

Le cuesta, pues, igual que antes, vuelve a estar extasiada por el placer. Pero obedece. Adopta la postura que se le ordena, esperando a que la penetre. Lo hago y la poseo hasta que me corro dentro de ella. De nuevo su cuerpo cae inerte sobre la cama. Esta vez, por fin, puede descansar.

Hellcat

2 comentarios

Hellcat -

Qué divertido fue, ¿verdad? :P.

Siempre mía... mmm me encanta leer eso, perrita.

malaika -

Mi Amo...
leyendo este post, vuelvo a sentir la mezcla de vergüenza y excitación que me provocó el otro día.
Como Usted ya menciona, me hizo sentir como una puta humillada y avergonzada, pero eso hizo que me excitará muchísimo :)
Por la tensión de tener sus ojos clavados en mi cara y en mi cuerpo, me costó llegar al orgasmo... pero cuando conseguí ese clímax tan esperado me derrumbé en la cama y recibí su tan esperado beso con lágrimas en los ojos. Lágrimas que reflejaban mi tensión acumulada hasta ese momento y mi felicidad por haber satisfecho sus deseos.

Le quiero y seré siempre suya,
malaika