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Master Hellcat

Exhibida, humillada y usada

Ocurrió hace unos días. Llegamos a casa después de hacer la compra. Galletas al armario, fruta y carne a la nevera... en fin ya sabéis de qué va el tema.

Yo sabía que ella no se lo esperaba. Y me gusta hacer estas cosas precisamente cuando menos se lo espera. Se habia sentado en el sofá y yo entraba en el salón. Le hice un comentario sobre algún tema que ahora mismo no recuerdo y añadí que se desnudara y fuera a la habitación.

Tardó un segundo en procesar la información. Se mostró sorprendida, pero también muy dispuesta. Me preguntó cómo deseaba que me esperara. Le dije que desnuda y boca abajo en la cama. Se sorprendió aún más. Yo sabía que la estaba descolocando y eso siempre me produce un placer perverso.

Obedeció y se tumbó boca abajo. Yo cogí tres cuerdas y entré en la habitación. Le dije que juntara las manos en la espalda. Sin problema. Pero cuando sintió la cuerdas inmovilizándole las manos comenzó, como siempre, a mostrar una creciente ansiedad. Ansiedad por no saber qué iba a hacerle. Ansiedad por verse inmovilizada e indefensa. Ansiedad porque se sentía asustada. Si viera esta situación en una sumisa que sé poco, de la que no conozco sus reacciones, me llevaría inmediatamente a preguntarle si está bien. Pero siendo malaika, sé que su ansiedad va pareja a una creciente excitación. Precisamente por los mismos motivos por los que aparece la ansiedad: indefensión, lo desconocido, un cierto grado de miedo...

Después de inmovilizarle las manos procedí a atarle las piernas juntas. Usé una cuerda a la altura de sus rodillas y otra en sus tobillos.

Mientras hacía esto, ella no dejaba de preguntarme qué iba a hacerle. Mis contestaciones iban encamindas a aumentar su inseguridad y ansiedad. Le comenté que haríamos algo que le haría pasar una vergüenza terrible y que ya lo habíamos hecho una vez hacía tiempo.

Hasta que no cogí el ordenador portátil y lo situé de forma que la cam la enfocara, no cayó en la cuenta de lo que iba a pasar: iba a ser exhibida en un wechat.

Comenzó a decirme que no podía hacerlo, que nos podían reconocer a nosotros. No, porque no te verán la cara y yo no saldré. Pues entonces reconocerían la habitación, el edredón... algo. Nadie reconocerá nada.

Naturalmente ella no sabía en ningún momento si la cámara estaba en marcha o si nos estaban oyendo. Eso formaba parte del juego. Era divertido oírla susurrar preguntando cada poco rato si nos estaban escuchando, si la estaban viendo, o suplicando que pusiera fin a esa situación. Sobre todo sabiendo que, conociéndola como la conozco, esa situación la estaba excitando mucho.

La verdad es que tan sólo puse la cam unas tres veces durante la sesión, y la duración de la exhibición no fue superior a los diez segundos durante cada una de las exposiciones. Pero claro, eso ella no lo sabía. Ni siquiera cuando usé el látido para azotarla en pies, piernas, nalgas y espalda.

En cada una de las tres cortas exposiciones, el tiempo fue suficiente como para que nos abrieran varios privados. Nada que no os podáis imaginar. Desde un simple "hola", hasta un "quiero ver como te la follas", pasando por una amplia variedad de comentarios. Me sorprendieron sobre todo aquellos que se dirigían directamente a malaika como si fuera ella la que se estaba exhibiendo y poniendo y quitando la cam. Al final no pude contenerme y, cuando alguien nos abrió un privado dirigiéndose a malaika para pedirle que pusiera la cam, le escribí "¿y cómo se supone que va a poner la cam si está atada?". Él contestó "coño, pues es verdad". En fin, sin comentarios.

Cuando me cansé de la cámara, cerré el ordenador y dediqué toda mi atención a malaika. Jugué con el látigo un rato más y después me quité la ropa, me tumbé sobre ella y la penetré, tarea que ella facilitó alzando su culo. Pude comprobar que estaba extremadamente mojada. ¡Vaya con la ansiedad!

La verdad es que ningún relato que pudiera escribir aquí podría reflejar lo que fue la sesión a partir de aquel momento. Lo que le hice sentir. El control que tengo sobre mi cuerpo me permitió prolongar su placer/agonía durante mucho rato. También la poseí analmente. La humillé haciendo que se sintiera como una puta. La sometí física y mentalmente. La usé para mi placer.

Cada vez que lo recuerda, se pone muy caliente :p.

Hellcat

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