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Master Hellcat

Experiencias

Nuevos juguetes

Ya hace semanas que mi Amo pensaba en adquirir nuevos juguetes para nuestras sesiones :).
Finalmente, a finales de la semana pasada, hizo el pedido y ayer por la tarde nos llegó: unas muñequeras con un mosquetón para unirlas, unas tobilleras unidas con una cadena y un látigo no muy largo de 15 tiras de cuero..... mmmmmmmm Qué ganas tenía de probarlos!!.
Sin esperármelo, mi Amo empezó a jugar azotándome por encima del pantalón. La cosa fue in crescendo hasta que acabé desnuda, con las marcas de los fuertes azotes del látigo que me había dado en mi culo ya desnudo, con las manos atadas detrás de la espalda con las nuevas muñequeras y arrodillada a sus pies mientras se la chupaba con gusto. Cada vez me costaba más chuparsela y concentrarme en ello porque mi Amo puso un par de almohadas entre mis piernas con el Magic Wand encima, bien apretado contra mi sexo... buffffffff qué tensión y qué ganas de correrme.
 
Luego fuimos a la cama, donde se la seguí chupando a mi Amo, con las manos bien atadas con nuestra nueva adquisición. Después de correrse en mi boca yo me corrí con el torturador Magic Wand bajo la mirada lasciva de mi Amo que me ponía muy nerviosa... pero estaba tan cachonda que sólo podía pensar en correrme.... el orgasmo fue brutal!! :))
 
malaika 
Barcelona
7 de junio de 2011

Juegos con "d" (versión de "d")

Tras escribir nuestra versión de los hechos, queríamos saber cómo había vivido ella su primera sesión. Así que le encargamos que escribiera un relato desde su punto de vista. Podéis leerlo a continuación.

Hellcat



Después de mucho tiempo dando vueltas por distintas comunidades online relacionadas con el bdsm, terminé conociendo a Master Hellcat y a Malaika en una página web... No eran el primer Amo ni la primera sumisa con los que hablaba, pero sí fueron, a pesar de mi renuencia incial justo por ese motivo, la primera pareja con la que entablé algún tipo de relación. Si bien es cierto que mi fantasía ha sido siempre llegar a tener una relación donde entregarme y ser sometida por el hombre al que amo, después de hablar en un par de ocasiones con esta pareja -que tanto representaba lo que yo deseo-, empecé a considerar cada vez más seriamente su invitación... Después del primer juego -el ’pequeño experimento’ de Master Hellcat-, y las sensaciones que hormigueaban en mi cuerpo y en mi cabeza, era algo que ya tenía decidido, ¿como negarme a algo así cuando la posibilidad de ponerme en manos de alguien más me seduce tan irremediablemente...?

Quedamos para vernos una tarde de domingo. Como primera ’prueba’, recibí indicaciones para usar un vestuario particular, así que pasé el día anterior buscando entre mi ropa algo que se ajustara, probándome combinaciones ante el espejo y, obviamente, con el sexo palpitando y humedeciéndose con la excitación cada vez que pensaba en lo que estaba a punto de hacer. El día de la cita llegué al lugar un poco antes que ellos, y me disponía a esperar afuera acompañándome por un cigarro para disimular un poco los nervios y la ansiedad, pero ellos llegaron enseguida y -aunque por un instante pasó por mi mente la idea de echar a andar en dirección opuesta- terminamos por encontrarnos y entrar al lugar: un bar tranquilo y apartado donde quiero creer que nadie se imaginaba que fuéramos algo más que un trío de amigos reunidos para charlar. Y precisamente eso fue lo que hicimos, hablar sobre bdsm, en un intento por conocernos mejor, generar cierta confianza, medir un poco el terreno antes de dar el siguiente paso, y -al menos yo- justo tratar de no pensar en ese siguiente paso, con todo y las eventuales bromas y comentarios bien-mal intencionados de ambos, que me hacían continuamente perder la concentración.

Pero el tiempo iba pasando y era claro que no podíamos seguir postergando la pregunta inevitable: yo tenía que decidir si iba a aceptar la invitación a ser sumisa de esta pareja... ¡con lo que yo detesto tener que decidir! Por eso agradecí internamente cuando Él me dio la indicación de ir al servicio y quitarme la ropa interior -a veces me hace falta ese tipo de motivación-; y a solas en el lavabo, me miré al espejo, con las medias y mi tanga ya en la mano, me di valor y salí, dispuesta ya a lo que viniera a partir de ese momento. ...y me equivoqué por primera vez... no me había quitado el sostén -pequeño lapsus- y cuando tuve que reconocerlo me sentí fatal... de vuelta en el baño sólo pensaba que no podía estar cometiendo errores tan elementales... vamos, que tenía que asegurarme de hacer las cosas bien o mejor dejar de hacerlas. Así que cuando volví y la siguiente ’sugerencia’ -cortesía de Malaika- fue que me desabrochara algunos botones y me sentara con las piernas separadas, hice mi mejor esfuerzo por cumplir correctamente a pesar de la obvia turbación que eso me causaba -ya sé que nadie se fijaba, pero yo sentía todas las miradas sobre mí-. Finalmente, cuando Master Hellcat hizo la propuesta definitiva de ir con ellos a jugar esa misma noche, todo lo que quería decir era que sí, pero por alguna razón -vergüenza, tal vez...- no podía hacerlo, no encontraba la forma, así que debió parecer que dudaba, pues Él intentó darme algunos argumentos que me convencieran... cuando en realidad lo que hacía falta era solamente que me diera la orden... a pesar de todo, no supe cómo, pero en algún momento logré hacerme decir que aceptaba y finalmente nos pusimos en marcha.

Los tres en el auto, yo en el asiento del copiloto, sentada no sobre mi falda sino con mi culo apoyado directamente en el asiento y todos los botones de mi blusa desabrochados, dejando total acceso a mis senos, hicimos el trayecto hasta su casa, lleno de paradas que Hellcat aprovechaba para explorar mi cuerpo, provocándome una excitación que yo intentaba mantener bajo control bromeando con ellos sobre lo largo que me estaba pareciendo el camino. Al llegar al parking, Hellcat me hizo bajar del auto y colocarme con la falda levantada y mostrando los senos recargada a un costado del auto -y aterrada de que alguien más me pudiera ver así-, mientras me tocaba y enseñaba mi cuerpo a Malaika, cuyo rol en ese momento aún me resultaba dificil de integrar, pues en momentos hacía comentarios o daba a su Amo ideas que a mí me hacían poner más nerviosa, y en otros se compadecía y refrenaba alguna de las ocurrencias de Él -creo que me salvó de una ’primera vez’ demasiado extrema, aunque indudablemente le puso su propio toque de ’maldad’ también-, y a mí me costaba más dejarme llevar en el juego por eso... quería jugar también con ella, pero no me resultaba fácil, pues no entraba en el esquema "Amo/sumisa" original para el que siempre he estado preparada.

Cuando por fin entramos a la casa, me sentí mucho más tranquila. Ya sin el riesgo de que alguien externo a nuestro juego pudiera percatarse de nada, estaba dispuesta a disfrutar mi primera sesión. Así que estuve encantada de permitirles ver y revisar mi cuerpo con calma en medio del salon y gocé el sentir las manos de Hellcat recorriendome y sus primeros azotes en mis nalgas, mientras Malaika nos veía desde el sofá. Me desnudé frente a ellos, nerviosa, pero demasiado excitada para dudarlo ni por un segundo y me dejé observar así, expuesta y ansiosa de ser usada por ambos, de modo que las primeras pinzas que colocó Hellcat en mis pezones las sentí casi como una caricia ansiada más que una forma de causarme dolor, y mientras me ataban sobre la mesa, lo único que deseaba era quedar completamente inmóvil, indefensa y a su disposición. Con los ojos vendados sentí las puntas de los pinwheels pinchar mi piel en distintos sitios y aunque en mi sexo era casi insoportable hice cuanto pude por no demostrarlo, pues no quería que se detuvieran... Ver la fusta y el látigo me hicieron temblar, pero la mirada de Malaika me tranquilizó y cuando Hellcat los hizo caer sobre mí cuerpo todo lo que sentía me llenaba de placer... que se multiplicaba sin duda por el efecto de las ’caricias’ de ambos, la presión del magic wand sobre mi clítoris y el orgasmo que sabía que no me habían de permtir tener aún.

Las cuerdas que me ataban me liberaron... a partir de ese momento ya no estuve nerviosa y sólo me dediqué a disfrutar tratando de hacer bien mi nuevo papel. Así que me dejé llevar en cuatro patas a la habitación por Master Hellcat que tiraba de mi cabello, atenta a que mi sexo y mi culo estuvieran todo el tiempo bien expuestos. Aunque nunca lo había hecho a otra chica, le comí el coño a Malaika para darle placer, sin detenerme cuando sentí las manos de Hellcat en mi sexo, su dedo en mi culo o el terrible magic wand torturándome al borde del orgasmo. Después tuvimos que cambiar de lugar y fue ella la que lamió mi coño empapado, pero aunque eso me daba placer me hacía sentir también incómoda... no sé... definitivamente me gusta más ofrecer que recibir... por suerte poco después Hellcat quiso penetrarme y volvieron a jugar conmigo ambos, hasta que tras un buen rato, mientras yo tenía en mi boca el miembro de él por fin me dieron permiso de correrme -claro, sin dejar de hacer lo mío-, y tuve así tres orgasmos increíblemente potentes, hasta que no pude más, tuve que pedir que me dejaran descansar, y Malaika se apiadó de mí.

"d"

 

Exhibida

Normalmente, los martes, miércoles y jueves, malaika sale del trabajo bastante tarde. Sin embargo, ayer, debido a circunstancias que no vienen al caso, tuvo que salir antes. Así, cuando yo llegué a casa, a eso de las cinco y media de la tarde, ella ya estaba allí.

Sus zalamerías y jugueteos al recibirme presagiaban que algo más estaba al caer y, efectivamente, al poco rato, sin que yo le dijera nada, se arrodilló en el suelo ante mí y comenzó a hacerme una felación. No sé si fue la excitación del momento o mi mente perversa –probablemente ambas cosas-, pero, mientras disfrutaba de las atenciones de malaika, se me ocurrió que podría ser excitante llevar a cabo un pequeño juego: exhibir por cam, en un webchat, a malaika. Tenía curiosidad por ver cómo reaccionaría la gente ante esa situación. Pero, naturalmente, debía exhibirla de forma anónima. Así que se me ocurrió que podría hacerlo de espaldas, con las manos atadas por encima de la cabeza. Mientras ella continuaba con su labor le comuniqué mi decisión y pude ver en su rostro esa mezcla de miedo y excitación que tanto me gusta provocar en una sumisa.

Le ordené que se desnudara mientras preparaba el material: una cuerda que ataría alrededor de sus muñecas y una ventosa –comprada en los chinos, no hace falta más- con asa que, sujetada en un armario a la altura adecuada, haría las veces de argolla para atar el otro extremo de la cuerda. Cuando malaika estuvo en posición, llevé el portátil hasta la habitación y entré en el videochat –de temática sexual- usando un nick bastante explícito –que no voy a poner aquí, del mismo modo que no pondré el nombre ni la página web del videochat.

A los pocos segundos de activar la cam, ya nos veían unas quince personas y el canal general de conversación comenzó a llenarse de referencias a lo que estaba ocurriendo: “una chica atada de espaldas”, “está desnuda”, ¿es un video o es real?”, “pobre chica”. Cuando cogí la fusta y comencé a azotar a malaika, el número de personas que nos veían creció hasta llegar aproximadamente a la treintena.

Naturalmente, durante todo el proceso no dejábamos de recibir mensajes privados de gente que quería más: “dale más fuerte”, “que se dé la vuelta, que quiero verle las tetas”, “fóllatela ya”, etc. No respondí a casi ninguno de los mensajes, pero, en todo caso, tampoco me resultaban molestos u ofensivos. Si el espectáculo les gustaba, es lógico que pidieran más. Los que realmente me llamaban la atención eran aquéllos sujetos que nos criticaban -en todo caso, tampoco nos importaba lo que dijeran- en el canal general… pero no dejaban de mirar. Es más, estoy seguro que más de uno escribía sólo con una mano XD. A ver, señores, aclárense: o les gusta mirar o no les gusta mirar. “Es que para saber que no me gusta, primero tengo que mirar”. ¿Durante más de media hora?. No, majete, no cuela. Si te da morbo, pues admítelo, hombre, que no pasa nada ni vas a ser peor persona por ello, pero no nos cuentes historias ni nos vengas con hipocresías como si no supiéramos de qué va el tema. ¡Si los primeros en admitir que somos unos morbosos somos nosotros!.

En fin, cuando me cansé de tenerla así atada salí del webchat, desaté a malaika y quité la ventosa del armario. Poniéndola en el cabecero de la cama, la usé para inmovilizar de nuevo las manos de malaika antes de poseerla.

Resumiendo, una experiencia muy positiva que seguro que volveremos a repetir. Malaika admitió que se había excitado mucho al haber sido exhibida y que desearía hacerlo ante gente en directo. Mmm, hace ya unos cuantos años que no voy al Rosas. Quizá…

Hellcat

Juegos con "d"

Conocimos a "d" a través de la página web del Rosas. Charlamos durante varios días por msn sobre BDSM. Le explicamos que buscábamos una chica que quisiera unirse a nosotros en nuestros juegos y que su rol sería el de sumisa de ambos, teniendo que obedecer cualquier orden de malaika como si fuera mía. Nuestras formas de entender el BDSM eran coincidentes en casi todos los puntos. Quizá la discrepancia más importante –por otra parte comprensible– era que "d" aspiraba a encontrar una persona con la que mantener, no sólo una relación BDSM, sino también una relación sentimental estable –¿quién no busca eso?. Un día incluso hicimos un pequeño experimento: le puse la tarea –que ella podía aceptar o rechazar– de ponerse desnuda ante un espejo, con las piernas separadas, las manos sobre la cabeza, los codos separados y echando los hombros ligeramente hacia atrás para ofrecer sus pechos. Debía estar así durante cinco minutos, mirándose desnuda. Después, aún desnuda, debía sentarse al ordenador para escribir y enviarnos un correo en el que debía plasmar qué es lo que había hecho y todo aquello que hubiera sentido o pensado en esos momentos. Debo decir que su correo fue realmente interesante y excitante, pues se mostró muy abierta y comunicativa. Como le dije posteriormente mientras lo comentábamos, no buscaba sólo que se desnudara físicamente ante el espejo, sino que también se desnudara emocionalmente al escribir el correo. Y eso es lo que hizo. Sin tabúes y llamando a las cosas por su nombre.

Dado que la primera impresión por ambas partes –malaika y yo por un lado y "d" por otro– había sido positiva, decidimos quedar. Pero "d" debía ir vestida de una forma concreta: falda por encima de la rodilla, blusa o similar que pudiera abrirse por delante, zapatos de tacón y, en caso necesario, dependiendo de la temperatura, le concedí que pudiera llevar medias. Otra cosa –le aclaré– es que al salir del local donde íbamos a quedar siguiera llevándolas y, como apuntó malaika tras mi comentario, incluso existía la posibilidad de que saliera del local sin algo más que las medias.

El día de la cita "d" iba vestida tal y como habíamos acordado: falda a la altura del muslo, blusa –o camiseta, o… caramba, ¿por qué las prendas femeninas son a veces tan difíciles de definir?– sin mangas con botones que no llegaban hasta abajo pero que una vez desabrochados dejarían algo más que un simple escote, medias y zapatos de tacón.

Comenzamos a hablar de temas varios y después pasamos a hablar abiertamente sobre BDSM. Saltaba a la vista que "d" estaba muy nerviosa, aunque intentaba que no se le notara. A veces casi conseguía parecer tranquila, cuando se centraba en la conversación. Sin embargo, en otros momentos era ella misma la que expresaba su estado. Los tres bromeamos sobre el tema a lo largo de la tarde.

Cuando de repente le ofrecí hacer otro pequeño experimento, aceptó. Le dije que fuera al baño y que se quitara las medias y la ropa interior. Obedeció y, al volver le ofrecí dos opciones: podía elegir entre que malaika o yo comprobáramos que ya no llevaba sostén. La diferencia podía estar en que quizá no lo comprobáramos de la misma forma. Ella comentó que había entendido que mi orden excluía el sostén y que aún lo llevaba puesto. Le dije que volviera al baño y se lo quitara también, mientras malaika me ponía la mirada de "pobre "d", se lo estás haciendo pasar mal". Caramba, eso esperaba. De todos modos creo que en ese momento ya le habíamos explicado el concepto de "pasarlo bien-mal". Es decir, que por un lado la sumisa está pasando un mal rato –humillación, azotes, etc.–, pero, al mismo tiempo, lo está disfrutando –las que habéis pasado por ello ya sabéis de qué estoy hablando. Además, fue precisamente malaika la que, tras regresar "d" del baño, propuso que se desabotonara varios botones –concretamente cuatro– y que mantuviera separadas las rodillas. ¿Y el malo soy yo? Jajaja.

Llevábamos ya un par de horas en el local y propuse a "d", sin demasiados rodeos, si quería jugar con nosotros. Lógicamente, no dijo que sí. Era un paso muy importante, ya que sería su primera sesión. Además, había que tener en cuenta que nunca había estado con una chica, por lo que el reto era doble. Creo que el argumento que más peso tuvo fue que tarde o temprano tendría que pasar por el trago de tomar la decisión –¿juego o no juego con esta/s persona/s?. Y que parecía que con nosotros ya había andado parte del camino, pues parecía que habíamos congeniado. Finalmente aceptó.

Salimos del local –"d" con algo menos que las medias, tal y como había vaticinado malaika– y subimos al coche. Malaika me comentó que si "d" subía delante, podríamos hacer algún juego dentro del coche. Y así fue como nos distribuimos: "d" en el asiento del copiloto y malaika detrás. Le dije a "d" que no se sentara sobre la falda, sino directamente sobre el asiento, y que se desabrochara todos los botones de la blusa. Ella obedeció. Así obtuve una vista magnífica de sus piernas y de parte de su nalga izquierda y su sexo. En el primer semáforo en el que paramos comencé a acariciar su pierna. Ella aceptó la caricia. El trayecto fue realmente excitante. En cada semáforo en rojo en el que parábamos, yo aprovechaba para acariciar su cuerpo: sus pechos, pezones, piernas e incluso su sexo, que estaba muy mojado –le pregunté desde cuando estaba así y "d" dijo que prácticamente desde que habíamos empezado a hablar. Ella respondía a mis caricias con gestos de placer. También bromeamos sobre la situación.

Aparcamos en el parking y, en la penumbra y soledad de ese ambiente no perdí la oportunidad de ordenar a "d", una vez que hubimos salido del coche, que no se pusiera el abrigo, que apoyara las manos en el coche y que separara las piernas. Le subí la falda hasta descubrir sus nalgas y su sexo y pude ver que en la cadera derecha tenía el tatuaje de un hada. Se lo mostré a malaika, que opinó que era un bonito tatuaje. Después le ordené que se volviera hacia malaika y que adoptara la postura que había mantenido ante el espejo. Empleando el generoso escote que proporcionaban los botones desabrochados de la blusa, descubrí sus pechos y se los mostré también a malaika para pedir su opinión. Tras estar unos minutos acariciando y exhibiendo sus pechos –y a petición de malaika– le dije que ya podía abrocharse la blusa y ponerse el abrigo.

Ya en casa, volví a exhibir sus pechos ante malaika –que permanecía sentada en el sofá, frente a "d"– durante un rato antes de ordenarle que doblara la cintura hacia delante y apoyara las manos sobre la mesa. Le subí la falda y descubrí sus nalgas, que comencé a acariciar antes de darles algunos azotes. Pero lo que de verdad quería era oírla gemir, así que no dudé en penetrarla con mis dedos. Y sí, "d" gimió. Y sus gemidos fueron como música en mis oídos.

Me senté en el sofá con malaika y le dije que se desnudara. No dudó en hacerlo, aunque estaba claro que se sentía muy avergonzada por la situación, exhibiéndose de aquella forma. Naturalmente, eso es lo que pretendía conseguir. Le ordené de nuevo que adoptara la posición del espejo. Sin duda fue un momento muy excitante poder ver completamente desnuda a "d" por primera vez. Y aún más en aquellas circunstancias. Me levanté del sofá y acaricié su cuerpo: sus suaves nalgas, su cintura estrecha… Pellizqué sus pezones y le pedí a malaika que trajera dos pinzas, que procedí a colocar. Le pregunté a "d" si dolían, a lo que contestó que era aguantable. Le respondí que dejaría de serlo.

A continuación le dije a malaika que trajera cuerdas y le ordené a "d" que se tumbara de espaldas en la mesa –creo que no es la primera vez que menciono la mesa, así que un día de estos le haré una foto para que podáis ver cómo es– y procedimos a atar sus piernas y sus muñecas. Su cuerpo quedó inmovilizado en forma de X, pero con las rodillas dobladas y los pies apoyados en el suelo. A partir de ese momento nos dedicamos a proporcionarle una mezcla de sufrimiento y placer. En algún momento le tapábamos los ojos para aumentar la sensibilidad de su cuerpo. Usamos con ella pinwheels, fusta y látigo. Pero también empleamos nuestras manos y el Magic Wand en su sexo, además de lamer sus pezones tras haberlos liberado de las pinzas –me encantó observar su gesto de dolor al retirarlas. Sin embargo, aunque en algún momento estuvo a punto de llegar al orgasmo, lo impedimos. Sus gemidos y su cuerpo retorciéndose de placer eran hipnóticos. Cuanto más nos daba, más queríamos.

La desatamos y le ordené a malaika que se desnudara y nos esperara tumbada en la cama. Tras anunciar a "d" que había llegado el momento de que nos sirviera sexualmente, le ordené que se pusiera en el suelo a cuatro patas. Después la cogí del pelo y la hice caminar así, como una perrita, hasta llegar a la habitación. Le ordené que se subiera a la cama y se situara entre las piernas de malaika. Sin que hiciera falta decírselo, "d" mantuvo la postura a cuatro patas sobre la cama, con las piernas separadas y las nalgas en alto, proporcionándome una magnífica visión de su sexo. Malaika comenzó a gemir casi en el mismo instante en que sintió que la húmeda lengua de "d" empezaba a jugar con su intimidad. Aproveché su postura para acariciarle el sexo y penetrarla analmente con un dedo y, más tarde, para masturbarla con el Magic Wand, sin dejar aún que llegara al orgasmo. Al cabo de un rato les dije que cambiaran, de forma que fue malaika la que daba placer a "d".

Entonces yo mismo me quité la ropa y me tumbé en la cama junto a ellas. Ya lo había estado haciendo durante los juegos, y ahora, tumbada junto a ella mientras escuchaba sus gemidos de placer, volví a hablarle en susurros, diciéndole lo puta que era, que imaginase como sería estar todo un fin de semana a nuestras órdenes, y muchas cosas más.

Al cabo de un rato decidí que había llegado el momento de penetrar a "d". Le ordené que se tumbara de espaldas en la cama y comencé a poseerla mientras malaika la masturbaba con su mano. Después me tumbé yo y le dije que me chupara el miembro mientras malaika la masturbaba con el Magic Wand. Y esta vez sí. Está vez dejamos que tuviera su orgasmo. Bueno, de hecho tuvo tres. Y os aseguro que ver cómo se corría fue realmente excitante.

Tras su tercer orgasmo quise que ambas me dieran placer oral a mí. Por supuesto, ambas a la vez. Y, si en algún que otro momento sus labios se separaron de mi miembro, fue para besarse con un ardor que no hacía sino excitarme más aún. ¿Quién habría podido quejarse? Después fue "d" quien siguió proporcionándome placer oral mientras malaika se tumbaba a mi lado. Yo la animaba a masturbarse para obtener su propio orgasmo pero le daba bastante vergüenza. "d", que escuchaba la conversación, no dudó en alargar su mano para masturbar a malaika mientras seguía chupándome a mí. Con aquel estímulo, malaika perdió toda la vergüenza y cogió el Magic Wand, que empleó en su clítoris mientras los dedos de danielle se perdían en su interior. Tras el orgasmo de malaika, "d" continuó atareada conmigo hasta que me hizo saber que ya no podía más –suelo tardar mucho en llegar al orgasmo y, además, tengo cierta capacidad para controlar el momento, lo que para las sumisas puede ser una bendición o una maldición, dependiendo de las circunstancias :p. Entonces le ordené que se pusiera sobre la cama a cuatro patas, me situé detrás y la poseí hasta que yo mismo llegué al orgasmo.

Hellcat

Breve crónica de lo que pasó el sábado escrita por malaika

Es tremendo como el placer se puede girar en contra de una!!
Magic Wand.... mi gran amigo y a la vez mi gran enemigo!!
Esta tarde ha sido una real tortura. Mi Amo me ha tenido atada con el Magic Wand mucho rato... rato en el que he estado constantemente en un clímax casi insoportable y en el que me he corrido dos veces... dos orgasmos que han arrancado gritos importantes (no sé qué deben pensar los vecinos).
Las pinzas que tenía en loz pezones y que mi Amo tiraba de ellas... los azotes que me ha dado mi Amo con una cuerda por todo mi cuerpo mientras estaba atada... Prefería el dolor y lo imploraba preferiéndolo antes que el extremo placer que me provocaba una auténtica tortura.
Después de correrme dos veces, mi Amo me ha desatado, me ha follado y se la he chupado hasta que se ha corrido en mi boca y, como buena putilla que soy... me lo he tragado todo.
Gracias Amo por todo lo que me hace sentir!!
Siempre a sus pies,


malaika

Justo ahora, mientras escribo esto...

malaika está frente a mí, desnuda y atada a la mesa, con el Magic Wand firmemente presionado contra su sexo y una pinza en cada pezón, suplicandome que lo apague, ya que el placer es tan intenso, que casi no puede aguantarlo.

Ya os explicaré con más detalle...

Hellcat

Cuidado con lo que deseas... podría convertirse en realidad :p

No es la primera vez que le pasa. Después de correrse se queda en la cama, desmadejada, incapaz de moverse ni de articular palabra alguna. Pero, aún caliente, desea que la posea de nuevo. Y es precisamente esa calentura la que la traiciona.

- Soy suya. Haga comigo lo que quiera.

Normalmente paso por alto estos comentarios, sabedor de que es su excitación la que habla por ella. Pero hoy tenía ganas de ser malo.

- ¿De verdad? ¿Lo que yo quiera?

Dándose cuenta en ese momento de las implicaciones que podía tener esta conversación, ella calla.

- Ya sabía yo que no lo decías en serio -la pico, sabiendo que esta frase hará efecto en ella.

- Sí, sí, pídame lo que quiera y lo haré -vuelve a decir, susurrando, pues sigue sin poder hablar.

Continuamos un rato más con este juego de voluntades. Ella insistiendo en que hará lo que yo diga, a sabiendas de que le voy a pedir algo que no le va a gustar o que le dará mucha vergüenza. Y yo insistiendo con mis "¿Lo que yo quiera sea lo que sea?", para provocar su arrepentiemiento.

Finalmente le digo lo que quiero de ella: que se arrodille sobre la cama, desnuda como está, y se masturbe para mí, mientras yo la miro. Si lo prefiere, puede ayudarse con el Magic Wand.

Se confirman sus peores temores. Le acabo de pedir una de las cosas que más vergüenza y humillación le provocan. A otras sumisas no les importa verse en esta situación. Pero a ella le horroriza la idea. Yo lo sé, y por eso se lo he pedido.

Elige la opción de emplear el Magic Wand y, naturalmente, es ella la que debe ir a buscarlo, lo que añade más vergúenza a su situación.

De vuelta en la habitación, adopta la postura adecuada y comienza a masturbarse con la mano. Puedo ver en su cara el placer mezclado con la vergúenza y la humillación. Sé que esta es una de las situaciones que más contribuye a hacerla sentir como una puta.

Ahora usa el Magic Wand. Yo tengo clavada mi mirada en su cara, aunque de vez en cuando recorro su cuerpo de forma ostensible, para asegurarme que ella se percata de ello.

Desea besarme. Así me lo dice, con voz entrecortada por el placer.

- Cuando te corras -contesto.

Pero no puede correrse. Demasiada vergüenza, demasiada tensión. No puede relajarse en esa situación y eso le impide llegar. Los minutos pasan y ella gime, grita y se retuerce, pero el orgasmo no llega.

Aprovecho para hurgar en la herida, diciendo que es una puta y que quizá tendría que cobrar entrada para que otros la vieran así, como la estoy viendo yo ahora. Las palabras surten efecto. Lo puedo ver en su cara.

- Por favor, Amo, un beso -insiste.

- Cuando te corras. Eso sí, después de ello, quizá te ponga a cuatro patas y te folle de nuevo.

Finalmente llega al orgasmo. Grita, se estremece de placer y se derrumba sobre la cama. Cumpliendo con lo prometido, la beso.

- Ponte a cuatro patas.

Le cuesta, pues, igual que antes, vuelve a estar extasiada por el placer. Pero obedece. Adopta la postura que se le ordena, esperando a que la penetre. Lo hago y la poseo hasta que me corro dentro de ella. De nuevo su cuerpo cae inerte sobre la cama. Esta vez, por fin, puede descansar.

Hellcat